lunes, septiembre 18, 2006

Chau, linda, yo te llamo...





1.Bailemos un tango posmoderno

No por casualidad eligieron esta frase para la ilustración de no recuerdo qué evento de tango joven, cuyo slogan era “Vos también sabés algo de tango”...y sí...si se escribieran tangos hoy por hoy, la letra debería andar más o menos por ahí. Lo de los tipos llorando por los rincones por la percanta que los amuró en lo mejor de su vida...bué, convengamos que nunca fue muy creíble. Es, un poco como el amor cortés, una construcción retórica. No es que en la Edad Media (en la Edad Media, justamente!) los caballeros se hubieran vuelto de pronto gentiles y sensibles, dispuestos a esperar una eternidad por los favores de una señora casada mientras peleaban en las cruzadas y componían inspirados poemas. No; el amor cortés fue algo que inventó la corte de no recuerdo qué reina (perdón, ando medio desmemoriada hoy y con fiaca para buscar en la web) para apaciguar un poco a estos tipos que, estimulados a fuerza de mazazos y sangre en la guerra, no tenían mejor idea que violar a cuanta doncella se les pusiera por delante. Era como decir: si querés ser como Perceval o Lancelot, andá a buscar gloria y todo eso, pero en lo que a mujeres se refiere, quedate un poco en el molde. O sea, podés curtirte a la dama en cuestión, pero eso sí, con mucho sufrimiento, mucha culpa y muchas idas y vueltas.

Obvio que esto es una sintetización muy burda del amor cortés y daría para hablar mucho más, pero bueno...fue una digresión que tenía por objeto ilustrar esto de que el hombre como figura sufriente es más que nada una construcción con fines sociales. Hubo un intento de revival de los preceptos del amor cortés en la Francia del siglo XVI, pero fue más que nada un jueguito literario. Hasta habían hecho un mapita, (la Carte du Tendre) metaforizando los sentimientos relativos al amor y al desamor como una geografía...En fin, volviendo, yo no sé nada de tango (bah...algo, ahora que pienso...), pero supongo que esa cosa llorona de las letras tiene que ver más con un intento de seducir a la mujer (mirá cómo estoy por vos...no sirvo ni para trapo de piso) en la milonga (ahí nació el tango, no?) que con la ilustración de una realidad existente.

El punto es que las sufridoras históricas siempre hemos sido las mujeres. Los hombres sufrientes eran artistas y/o locos, gente asocial y por supuesto indeseable, Baudelaire, Borroughs, ya saben, gente de esa calaña. Ése es el lugar que otorga la sociedad a los hombres que sufren. A los hombres no se les permite sufrir. A las mujeres sí, ha sido de las pocas cosas que se les ha permitido desde el principio de los tiempos, o por lo menos desde el inicio de la civilización occidental. Siglos después aparecen estos cantantes melódicos, estos cantautores de talento dudoso, otra vez con el cuentito de qué mal que estoy y de que sin tí esto y lo otro como si fuera lo más natural del mundo...y resulta patético, no por el dudosísimo sufrimiento inspirador, sino porque todavía la massmedia y el pseudoarte siga insistiendo con las mismas huevadas una y otra vez...y peor, que les funcionen. (usé a propósito el término “natural”, porque en las sociedades en las que vivimos ya no hay naturaleza, hay cultura...consiguientemente, nada es natural, ni el actimel, ni las relaciones, ni nada.)

Ahí está la cuestión. Funciona. El verso funciona y seguirá funcionando. Saben por qué? Porque a las mujeres nos gusta sentirnos especiales y valoradas. Sí, otra vez con eso, pero es que todo está relacionado. Nos gusta pensar que somos lo bastante especiales como para que un hombre sufra por nosotras. Y cuando nos dicen cosas lindas, nos concentramos más en escucharlas y disfrutarlas que en salir corriendo a buscar el detector de mentiras .Qué boluditas que somos...Pero, como le dije a una amiga ayer, si en el grado cero de empezar algo con alguien ya tenés que estar partiendo del presupuesto de que el otro te está mandando fruta...qué lindo lo que nos espera después, no? Para eso, bajemos la persiana y el último que apague la luz. Digamos que toda esa parafernalia explota una debilidad, una necesidad muy femenina. La explota a partir de una exageración o directamente de una falsedad, por supuesto, y claro, esto último es más jodido. Siempre es preferible un jueguito retórico a que directamente te tomen el pelo.

Muchas veces las mujeres sostienen ilusiones de amor a sabiendas...no siempre es porque sean cobardes que no se animan a enfrentar solas la vida o tontitas dependientes, como apuntan muchos libros ramplones de autoayuda. A veces es porque, circunstancia mediante, es la única manera en que pueden vivenciar algo siquiera parecido. Una mujer que no puede expresar su amor, que no puede en alguna medida, de algún modo, sentir que puede amar y ser amada plenamente...está perdiendo una buena parte de su esencia espiritual, que es dar a luz cosas; el amor también es algo que se da a luz: se pare nada menos que lo mejor de uno mismo. En ese sentido, no creo que ignorar esa necesidad sea una mejor solución que satisfacerla artificialmente. Es como decir: qué querés hacer, comer comida de lata vencida o morirte de hambre? Y, me comería un bife, si no fuera que justo ahora estoy en la India y se complica...A todos los que crean estar solos, quiero consolarles diciendo que su circunstancia está con ellos, siempre. Auspicia este bloque Ortega y Gasset...


Un viejo proverbio decía: “Es sincero el dolor de quien sufre en silencio”. Y yo creo que es una gran verdad. No creo en la sinceridad de los aspavientos del sufrimiento. Cuando uno sufre verdaderamente, queda anonadado...y lo que desea es meterse para adentro, no salir a cantarlo a los cuatro vientos. Cuando uno sufre dice cosas que parecen inconexas, como rodeando ese dolor sin llegar a entrarle de lleno. Por eso es que decía, en el post con el video de Sondre Lerche, que me encanta esa letra, porque se puede percibir el dolor sin que él tenga necesidad de nombrarlo siquiera...entonces, no sé a ustedes, pero a mí me conmueve mucho más. Bah, lo otro directamente no me conmueve; es más, me fastidia...


2. Ese espejo no me sirve

Cuándo vamos a ir al punto, se preguntarán? Ya vamos. Decíamos entonces que en un tango más creíble, un tango posmoderno, aparecería sin duda la devastadora frasecita “Te llamo” como desencadenante de más de una decepción amorosa femenina (o pre-amorosa, para ser más exactos). Levante la mano la que nunca escuchó estas dulces palabras alguna vez, sin que fueran el inicio del fin....El “te llamo” es un arma letal para aniquilar las expectativas femeninas de conocer y ser conocida por el otro. No me voy a cansar de repetir que una mujer verdaderamente inteligente e interesante no va por la vida al grito de “quiero una relación” (este es, por cierto, uno de los grandes fantasmas masculinos....que las mujeres queremos una relación a como dé lugar, que siempre queremos eso...no, chicos...eso vale sólo para las chicas estilo maestra jardinera y sus derivados...que llegan, sí, a la chica cosmpolitan también, por raro que parezca...que abarcan, bah, a culquier mujer que no sigue un criterio propio, sino un determinado “deber ser”, por “liberal” que ese deber ser pueda parecer). No. No solemos saber qué queremos de antemano, y lo que anhelamos es un tiempo de descuento (porque sí, es como un tiempo robado a la aceleración, al llame ya y téngalo ya que propone como valor la sociedad en que vivimos) para conocer al otro, emocional, intelectual y sexualmente, y ENTONCES y sólo entonces decidir para qué da o no da el asunto. El problema es que hoy por hoy es muy, pero muy difícil que ese espacio de conocimiento se produzca plenamente...porque el otro nos da miedo. La intimidad (la verdadera intimidad, no la del turno de un telo) asusta, porque exige mostrarnos sinceros, reales, tal cual somos, con defectos, sin los disfraces sociales que construímos todo el tiempo (dicho sea de paso, hay gente que no se los saca ni en la cama... ) En particular, creo que los hombres temen ser evaluados (piensan que van a ser evaluados, cuac, error...porque eso es lo que la sociedad les vende, que los están evaluando todo el tiempo, a ver cuánto ganan y cuántas veces la ponen), y por eso muchas veces prefieren salir corriendo cuando sienten que hay parámetros incontrolables de por medio, la posibilidad de amar, por ejemplo. Porque total, conocimiento superficial, sexo superficial, es lo que abunda...así que para eso, tanto da que seamos nosotras, o la hija del vecino (es más, si es la hija del vecino mejor...es maestra jardinera, tiene buenas tetas, tuvo sólo dos novios y no le da la cabeza para analizar ni la columna de Valeria Mazza... )

Caricaturas (o no tanto), al margen, ya sé que lo que me van a decir es que hoy por hoy los hombres quieren a una mujer inteligente al lado...pero hay que ver a qué tipo de inteligencia se están refiriendo. Cuando la gente habla de la inteligencia, generalmente se refiere a esa habilidad para decir cosas convenientes en momentos convenientes, a una especie de destreza social. Cuando el común de los hombres dicen querer una chica “linda e inteligente”, no se están refiriendo a la de la chica que les descifra un soneto de Shakespeare precisamente. La inteligencia hoy por hoy es, como todo, un valor de mercado. Aplicado al objeto mujer, es un valor agregado: si la chica tiene buenas tetas, no mete la pata cuando habla y hasta puede hacer un par de chistes, cotiza más en el mercado. (qué lo parió, siempre volvemos al capital... ) El afortunado puede mostrarla a los amigos para que le den palmaditas en la espalda. No se trata, ni mucho menos, de la inteligencia como habilidad de profundizar en las cosas, como algo para aprender y compartir con otro. No. O, dicho de otro modo, no es la inteligencia que aspira a comprender el mundo, sino tan sólo la que se conforma con pilotear los códigos de la baldosa de mundo en que estamos parados, de manera por supuesto concordante a la visión de mundo que nos propone la baldosa en cuestión. Es la inteligencia del habitante de un termo, bah...


Yo suelo decir que en general las mujeres nos bancamos el rechazo y el dolor mejor que los hombres...que son capaces de llegar a extremos increíbles con tal de evitarlos. Por ejemplo, son capaces de sostener una relación sin amor sólo para no estar solos (sí, ya sé que hay mujeres que hacen exactamente lo mismo...la diferencia es que ellas tienden a autoengañarse y sostener algún tipo de ilusión de amor, mientras que los hombres saben perfectamente de qué se trata). O son capaces de rechazar a alguien que los atrae sólo por temor a que los juzgue...tal vez por intuír (y ésta es hipótesis de ML) que esa mujer es en algún punto superior a ellos. Y aquí cabe una aclaración. Ya sé que lo de superior sonó terrible, voy a intentar aclararlo. Por un lado, están los parámetros sociales de superioridad, basados (sí, adivinaron) en la lógica capitalista. Sinteticemos: un hombre que gana más plata puede comprar más cosas y someter a más hombres, esto es, tener más poder, por tanto es superior. Una mujer que tiene buenas tetas, buena cola y lindos rasgos puede competir mejor con otras mujeres y lograr tener más hombres a sus pies, lo cual también es un modo de ejercer el poder; por tanto (y si no fuera porque así se convierte ella misma en un objeto de adquisición; un detalle, bah) sería también superior, de acuerdo a los parámetros sociales dominantes. El tema es que, como la mujer, para ser considerada “valiosa” tiene que objetualizarse como representación de una imagen de deseo (imagen que, quién la construye? La cultura, los medios), el poder que logra con ello es muy, pero muy relativo. No es el tipo de poder que hace que un hombre se sienta amenazado. Es un poder de juguete.

Siguiendo con estos parámetros, lo que hace que un hombre se sienta amenazado es una mujer competente en las áreas que históricamente fueron dominio exclusivo de lo masculino, y a las que las mujeres accedían de rebote (o sea, casándose o siendo hijas de papito). Una mujer que puede comprarse un departamento por sí misma (o sea, gracias a un esfuerzo profesional y/o intelectual y no por mostrar la cola en las revistas, que es una concepción de independencia bastante relativa), o que puede sostener una discusión financiera o filosófica de igual a igual (y no poniéndose en el papel de pobre tontita y sus versiones posmodernas...porque, no nos confundamos, las chicas cosmo son chicas tontitas haciéndose las vivas, nada más...), una mujer que puede hacer cosas al nivel de los hombres, es básicamente una mujer temible en sociedades como la nuestra que atraviesan la posmodernidad sin haberse desprendido de un sinfín de arcaísmos. O, mejor dicho, que construyen su posmodernidad basándose en el humus premoderno de sus convicciones más básicas y políticamente incorrectas hoy en día, como por ejemplo, la inferioridad de la mujer. Piensan que siglos y siglos de meter eso en la cabeza de la gente basta para que unos años de revolución femenina lo borren de un plumazo? No. Igual, pienso que las feministas se equivocan bastante en su enfoque, pero bueno, ése es otro tema. Hay cosas que, al decir lacaniano, quedan en el inconsciente colectivo...Y es comprensible que la sociedad, tal como está constituída, le tema a la mujer como a una fuerza contraria a sus principios, e inste a reproducir ese temor, tratando a su vez por todos los medios (nunca mejor dicho) de mantener a la mujer objetualizada. Es igual que el tema de la esclavitud: no es que las sociedades de hoy ya no sean esclavistas; es que la esclavitud se ha convertido en algo tan sutil y refinado, que ya no es necesario ejercerla por la violencia física. Ahora somos esclavos gozosos, con privilegios, convencidos de ser libres porque podemos, por ejemplo, elegir un modelo de camarita digital...en fin. Yo diría que la esclavitud, lejos de erradicarse, se ha perfeccionado. Las violencias que se ejercen hoy contra el ciudadano medio son un trabajo mental muy fino: ya no hay riesgo de ir al potro de tortura y perder una oreja porque un vecino le habló mal de nosotros al alcalde, pero, sin embargo, hay actitudes igualmente perversas. Por poner un ejemplo, hoy por hoy se fomenta el individualismo, al mismo tiempo que se castiga económicamente a las personas que viven solas, para las cuales todo es cuesta arriba, desde sacar un crédito hasta irse de vacaciones (porque, claro, todo está pensado en base doble...). Y hablo de lo económico por no hablar de lo emocional...de cómo se castiga mediática, simbólica y socialmente a las mujeres que están solas, de un modo no muy diferente a esas tribus primitivas que apartaban a las mujeres que menstruaban para que no contaminaran la aldea con su mal...no muy diferente, pero bastante más peligroso. La hipocresía siempre es más peligrosa que la verdad. En la tribu, por lo menos te lo decían de frente manteca, sin dobles mensajes...

Por supuesto que hay otros parámetros para explicar por qué una persona puede ser “superior” a otra, y aquí ya dejaríamos de hablar de superioridad para hablar de evolución espiritual. Porque se trata de esto. Es un hecho que no todas las personas que habitamos este planeta tenemos el mismo nivel de evolución espiritual. Hay gente comprometida con el futuro de la humanidad de diversas maneras, y también personas haciendo todo lo posible porque ese futuro sea bien, pero bien negro. Obviamente, porque no pueden hacer otra cosa. Hasta la maldad es, en términos espirituales, lo mejor que esa persona puede hacer en su momento de evolución, puesto que desconoce el bien. El punto es que no todo puede ser valorado de la misma manera. Y hoy en día hay cosas obvias, como el ejemplo de los dos extremos de recién, en las que todos coincidimos, y cosas que no lo son tanto. Por ejemplo, el sentimiento de inferioridad que un hombre puede experimentar en presencia de una mujer espiritualmente más evolucionada. Una lástima que sea así: yo creo que podría sentirme intimidada por alguien más evolucionado que yo, pero trataría de quedarme y aprender...los hombres, en general, no pueden. Eso va en contra de las reglas. Equivale a ponerse en un lugar de “debilidad”, porque ellos han sido, tradicionalmente, los que explicaban cómo tenían que ser las cosas...A las mujeres se les tolera que decidan cosas más o menos pelotudas, como el color de las cortinas del dormitorio o si sus hijos irán al Saint George o al Saint James (es claro que van a ir a un Saint de todas maneras)...se les tolera bastante menos que den su visión acerca del mundo, especialmente en una relación. Ahí son tildadas de locas, de inadaptadas, de feministas...O, simplemente, dejan de ser interesantes para el hombre en cuestión, si a éste lo que le interesa básicamente con la relación es afianzar su masculinidad, no descubrir la femeneidad verdadera (y no la prefabricada, la que nos venden) de una mujer.

Es tan bello cuando una mujer puede entregarse (sobre todo hoy, que el sexo sin entrega es la moneda corriente), en cuerpo y alma...pero eso sólo puede suceder cuando se sabe amada, no cuando ama solamente o intenta amar (yo creo que el amor unilateral es una ilusión, que el amor, cuando involucra a dos personas, tiene que tener un ida y vuelta para ser tal) Una persona muy evolucionada (hombre o mujer...un maestro, bah) ama todo el tiempo, está en estado de amor...los demás sólo podemos alcanzar eso cuando nos unimos a alguien...saquen cuentas de lo difícil que es hoy, por todos los condicionamientos que tenemos, lograr una unión verdadera con el otro. Si vivimos poniéndole palitos en la rueda...

Como dice ML, un hombre no puede esta junto a una mujer que perciba como más evolucionada espiritualmente, simplemente porque no tiene con qué sostenerlo. Hay grados y grados de evolución: pero las pistas de una persona que va bien encaminada suelen ser: integridad, sinceridad, inteligencia elevada, sensibilidad profunda y buen corazón. Un especulador no puede estar al lado de una mujer generosa si no es, justamente, especulando. Qué puede darle? Acaso uno podría pensar que ella podría enseñarle a despertar su propia generosidad (y de hecho yo creo que ése es el poder transformador del amor, justamente; sólo que para eso él tendría que quedarse para que pudieran aprender juntos). Pero, en general, lo que se busca en el otro es un espejo de nosotros mismos...entonces, cuando ese espejo nos muestra lo que aún no desarrollamos, no es un espejo, es un vidrio inservible. La gente no busca lo exótico más que cuando está con ganas de pollo agridulce: para las relaciones, sobre todo si (pre)suponen que van a durar más de una noche, buscan cosas afines, cercanas, familiares. Lo no familiar aparece como siniestro: el hombre está social e históricamente entrenado para dominar a lo desconocido, no para adentrarse en él (está adiestrado para involucionar, bah...). Cuando se encuentra con lo no familiar, un gesto (de lucidez si considera que no va a ganar nada con la situación o que inclusive hay en esa situación un riesgo potencial para él mismo; de nobleza si piensa que puede lastimar a una persona que no se maneja con sus parámetros...sí, porque hay nobleza en todos nosotros, sólo que no nos entrenan para explotarla porque total...no reditúa), le hace apartarse. También es cierto que, para percibir ciertas cualidades que no son las más valoradas socialmente (los lugares comunes), ni las más frecuentes de encontrar, la otra persona tiene que poseerlas en alguna medida; o al menos tiene que tener una gran capacidad de percepción. La percepción también es algo que se pervierte con la cultura...nos educan para percibir ciertas cosas y ser unos perfectos pedazos de madera en otras. Cuando uno tiene estos parámetros invertidos, como es mi caso (soy de madera ahí donde otros brillan, y de diamante donde muy pocos se dan cuenta), medio que está frito. Andá a encontrar un espejo...con un vidrio más o menos pulido me conformo! Y hasta soy capaz de intentar pulir el vidrio y todo...


3. Del Lago de los Cisnes al Charco de los Patos

Bajando un poco de tanto vuelo espiritual y volviendo al tema del post, tenemos hasta aquí una hipótesis, la más halagadora para nuestro ego, que es que cuando un hombre al cual percibimos que le gustamos desaparece, tiene que ver con un sentimiento de disminución frente a nuestras condiciones, ya sea socioeconómicas o en términos espirituales. Claro, me dirán ustedes, chicas, que eso es sólo en el mejor de los escenarios posibles. Bah, es un escenario lamentable, pero los que siguen son aún peores...A muchos hombres, el percibir esto los deserotiza, porque claro...en la lógica capitalista del sexo como posesión...cómo podés poseer algo que es subjetivamente (es decir, con atributos subjetivos y no objetuales) mejor que vos? Con eso se compite, no se posee...Estaba pensando, corríjanme si me equivoco, pero...vieron que sólo en las series yanquis se da esa típica relación entre los protagonistas que empieza como competencia laboral? Por ejemplo, son dos agentes del fbi (o dos criminalistas, o dos investigadores) y él la detesta porque ella le pasa el trapo...se genera una tensión sexual in crescendo y plácate, al final resulta que eran el uno para el otro. Alguien recuerda alguna serie argentina donde suceda algo similar...? Mi teoría es que yanquilandia tiene una tradición de mujeres independientes e intelectualmente intimidantes mucho más arraigada...bueno, la revolución sexual no nació en la General Paz precisamente. La versión argentina de la serie sería que la agente ésa es muy capa, pero es lesbiana o algo así...el protagonista seguramente se termine enamorando de la novia de un mafioso, que está re fuerte (la novia, no el mafioso...eso si el guión no lo agarra Javier Van de Couter, claro...)


En el párrafo anterior asumí que el escenario era que nosotras le gustábamos al desertor en cuestión...pero bueno, pensemos otra posibilidad: que nuestros sensores estén fallando cual radar de Ezeiza y que en verdad no le gustemos demasiado. En general, a nosotras, cuando no nos interesa un tipo, no le decimos que lo vamos a llamar o que nos encantaría verlo. Obviamente que podríamos, y de hecho hay mujeres que lo hacen...mantener al otro ahí aunque no nos interese verdaderamente. Por ejemplo, hay muchas mujeres que dan signos de que está todo bien a nivel química cuando en realidad el tipo no les mueve un pelo y están pensando más bien en futuros beneficios económicos, que pueden ir desde la silvestre aspiración a ser invitada a un restaurante caro, hasta la no tan silvestre de sumar joyas o ropa de marca a su guardarropa...Ojo, no todo es una manipulación tan burda, también hay mujeres, como señala ML (gracias, una vez más), que resignan la química en pro de la estabilidad, de un potencial padre para sus hijos, etc...entonces fingen que las cosas están mejor de lo que están, en aras de un objetivo entendible (si bien me resulta imposible de compartir, porque para mí equivale a poner la carreta delante de los bueyes) pero ahí estamos entrando en otro terreno, en otro post que tendría que tratar de las múltiples razones por las que hombres y mujeres buscan relacionarse y que las más veces tienen poco que ver con el amor, con el compartir, y mucho con la satisfacción de necesidades individuales. Chan.

Me objetarán que el “te llamo” en realidad es, la mayoría de las veces, un “te pongo hold” (vieron que con estos teléfonos de ahora, a veces uno quiere apretar redial y ups, resulta que apreta hold y lo deja al otro con la musiquita for ever and ever...es el problema de tener demasiadas opciones, uno se confunde fácil), y que es una zona intermedia de indefinición que no significa necesariamente que no le gustemos al otro...es más, tal vez inclusive le gustamos, pero....Y ya sabemos que hoy por hoy los pero son muy poderosos. Los hombres y mujeres prototípicos de la posmodernidad (ah, no sé si les dije, yo soy más bien retro) se ponen en hold mutuamente, más por una necesidad de complacer un ego incierto que por tejer intrigas a lo marquesa de Merteuil, más por “amorralar” recursos y tenerlos ahí por las dudas para los tiempos de sequía, mientras siguen tiroteando por ahí con sus búsquedas ideales a cuestas, más que por un auténtico afán manipulador...Las zonas intermedias son muy típicas de la posmodernidad...todo es un “ni”. Todos tenemos o hemos tenido el llamado encuestable (yo le llamo elenco estable, haciendo un jueguito de palabras irónico, ya que suele ser un elenco harto inestable): la diferencia es que los miembros masculinos de los elencos femeninos saben perfectamente quién es su agente, cuándo es el próximo casting y cuál es el teléfono de la vestuarista. Los miembros femeninos de los elencos masculinos no sólo suelen ignorar estos pormenores; además y para peor, suelen estar todos convencidos de ser primera figura. Esto, claro, porque al director le dijeron que para tener a fulanita le tenía que prometer que iba a bailar el Lago de los Cisnes...el problema, claro, es que tarde o temprano el Lago de los Cisnes se convierte en el Charco de los Patos y todo el decorado de cartón pintado se resquebraja. Ahí suele ser cuando el director grita “Telón, telón!” y sale corriendo antes de que le tiren el teatro abajo (con él adentro, si es posible). De más está decir que a los miembros masculinos de los elencos estables no les preocupa para nada ser primera figura: total, su agente ya les avisó del próximo casting del American Ballet, y eso sí es más para ellos...

Elencos al margen, todos nos hemos encontrado también alguna que otra vez en una situación de “te llamo” (según el sexo, más frecuentemente de un lado que del otro, eso sí) Todos hemos sido poco claros alguna vez cuando debimos serlo. Todos nos hicimos los boludos cuando llamaba alguien que no queríamos atender. Pero hay una diferencia entre no acusar recibo, por no querer decirle claramente al otro que no nos gusta, o sea, por no herirlo (esto es muy típico de las mujeres, educadas por siglos para no herir ni hacer enojar a nadie) y generar expectativas en el otro. Cuál es el sentido de darle feedback positivo a alguien que no va, cuando con no darle feedback alcanza? Lo único que se consigue con eso es dejar a la otra persona desorientada, confundida y haciendo hipótesis al mejor estilo Sherlock Holmes para recomponer la escena del crimen y ver si el asesinato fue o no con premeditación...

Pienso que ahí pasan dos o tres cosas: por un lado, los hombres están educados para no defraudar. Más que herir o no herir al otro, a muchos les preocupa más quedar bien consigo mismos, con su autoimagen. Sumemos a eso el temor masculino a la ira femenina, a las lluvias de reclamos y esas cosas...porque cuando las mujeres se enojan en serio suele ser un enojo retrospectivo, y agarrate catalina, ahí liga por la de él y por la de todos que vinieron antes...Y sumemos además que los hombres son muy “in situ”: se dejan llevar por el calor del momento (que no tiene que ser la obviedad de lo sexual, tal vez ni se llega a esa etapa, y eso merece párrafo aparte también), de la cena o la charla compartida, y empiezan a decir y hacer cosas que luego no pueden sostener. Y cuando se dieron cuenta de que no podían (probablemente diez minutos después de dejar a la chica en su casa), ya es tarrrrrrrrrde...ya abrieron esa bocota para decir “Nos vemos la semana que viene, dale? Yo te llamo, linda...” Una vez, le pregunté a un tipo si me deseaba. Me contestó que me deseaba cuando me veía, pero que si no me veía ni pensaba en el asunto. Ahí fue que empecé a captar algo de la concepción masculina del deseo: está sujeta al tiempo, pero no al transcurso del tiempo, sino al tiempo del mago Emmanuel: Alle...hóp! ahora está, ahora no está; ahora la deseo, ahora no. Para los hombres, lo visual y el presente los son todo...algo de razón tienen, pero también mucho de error....


4. Día de campo con Don Juan en los bosques de Palermo

Por supuesto, hay razones muy campestres (razones que no tienen que ver –en apariencia, al menos–con las complejas elucubraciones acerca de los sentimientos de inferioridad y la necesidad de espejos de las que hablábamos hace un rato) por las que un hombre puede no estar en posición de sostener sus promesas. Porque el “te llamo”, con todo lo inimportante que puede sonar, implica una promesa. Es, como diría Austin, una expresión performativa: decirla implica comprometerse a hacer algo (ay, ya puedo sentir el repelús que les provoca esa palabra a mis lectores masculinos...espero que quede alguno!). Y ya sabemos, el compromiso es la madre de todos los males. Volviendo a las razones campestres, hagamos un breve paneo. Generalmente esas razones son omisiones: omitió decir que está de novio o casado, omitió decir que en realidad no le interesa conocer a nadie y sólo quiere salir y joder un poquito, omitió decir que se está divorciando o está recientemente separado, y los quilombitos vienen por ese lado, omitió decir que ayer conoció a una chica que le gustó más, omitió decir que mañana parte para radicarse en Australia...

Cuando se tiene la data, una puede hacerse una composición de lugar y ponerse en los zapatos del otro (ah, sí, otra cosa para la cual nos entrenan bien a las mujeres) por poco grata que sea la info para nuestro ego. Lo que mata es el no saber y andar elucubrando; por eso, lo que provoca la ira femenina suele ser la omisión más que el dato en sí. El dato hiere al ego, pero la omisión nos pega un poco más adentro. Porque omitir info valiosa para el otro implica que en realidad me chupa un huevo el otro y que más bien me estoy preocupando por mí mismo, por zafar. El zafar, claro, está en las antítesis del deseo femenino de ser valorada y tratada con consideración. Más que un deseo femenino, yo creo que éste es un anhelo muy humano y muy razonable, y es obvio que nos saque de quicio que le pasen olímpicamente por arriba. Todo se podría evitar con una explicación, pero los hombres son poco propensos a las explicaciones que los dejan mal parados. Valor? Alguien habló de valentía por ahí...? O también, y más certeramente en muchos casos, a las que son un obstáculo para sus fines de pasar un rato agradable de charla y/o sexo con la chica en cuestión...porque cualquiera de esas razones son un posible pasaporte al fin de lo que sea que estaban empezando, y él prefiere decidir cuándo y de qué forma pondrá el punto final (o los puntos suspensivos, más bien), por algo él es el hombre, el que está en control de la situación...Lo loco es que este proceso muchas veces es algo casi inconsciente para los hombres...tienen la manipulación tan incorporada (es algo tan común en nuestra sociedad) que ya ni se dan cuenta, son una especie de manipuladores naïf que cuando se les increpa no entienden, realmente, por qué los están increpando. Si ellos no hicieron nada malo...¿acaso firmaron algún contrato, un acta matrimonial o algo? Si será jodida nuestra sociedad, que la idea de que el deber hacia el otro es sólo de índole contractual-económica, nunca moral (a no ser que tengas un papel que pruebe lo contrario), está instaladísima y a todo el mundo, a muchos hombres particularmente, les parece lo más normal del mundo. Vulgo, hay que ser mínimamente novia para tener derecho al pataleo, y eso invalida cualquier tipo de diálogo o discusión en relaciones con otros rótulos (ay, cómo nos gusta ponerle cartelitos a las cosas...esto es sexo casual, aquello es una relación formal, lo otro son amigos con derecho a roce, etc., etc.) Debería bastar simplemente con ser una persona para que el otro, particularmente si compartió tu cama, comió tu comida y usó tu baño, te deba un mínimo de gentileza y deferencia, un mínimo de empatía emocional (no que lo arregle pagándote una pizza, for god´s sake)

Nos estamos acercando a los donjuanes, a los manipuladores conscientes e inescrupulosos que usan el te llamo muy a sabiendas, que saben cómo van a manejar la situación desde el minuto cero ...No sé ustedes, pero...saben? Yo creo que nunca me tropecé con uno de esos maestros de la seducción (o no estaría aquí para contarlo...jaja)...siempre tuve que lidiar, a lo sumo, con los manipuladores naïf. Yo creo que el donjuan genuino ya no existe. Fíjense que la gran donjuan es hacer un toco y me voy, y una queja cada vez más frecuente de las chicas hoy es que muchos hombres hacen un “no toco y me voy”...Un no toco y me voy, claro, matizado de indicios de intenciones de tocar y quedarse, con lo cual multipliquen la bronca por dos...Regado de “te llamos” y otras cosas por el estilo. Los donjuanes están en extición, justamente porque cada vez hay menos hombres que sepan seducir a una mujer, siquiera para una noche. En la época de donjuan no quedaba otra, había que hacer grandes despliegues, promesas, treparse por una cuerda en plena noche sin ver un soto...la seducción implicaba riesgos. Hoy por hoy no hay necesidad, ni hay tiempo tampoco, de tanta molestia. Las escaladas vespertinas de balcones cedieron su lugar al “no querés venir a mi casa a ver un video”. Ya que somos tan posmodernos, no podríamos, por lo menos, dejar los eufemismos guardados en el armario, con la ropa blanca y la naftalina? Ahí es donde se nos ve la hilacha.¿Tanto cuesta decir Me gustaría que vinieras a mi casa y que hiciéramos el amor, o directamente, Vamos a coger a mi casa? Para qué dibujarla, si total es eso el noventa por ciento de las veces... Al menos, ya que no su profundidad o su capacidad de seducción, podríamos así admirar la valentía de un hombre en ese aspecto. (Ya que estamos en tren de blanquear, a los hombres les gusta que los admiren, tanto como a las mujeres nos gusta que nos perciban como especiales. Pero es tan grande el miedo que tienen a ser rechazados... A fin de cuentas, cuánto puede importarles el rechazo de una mujer que realmente no les importa gran cosa? Esto último es materia para otro post...en la lógica de las relaciones posmodernas, el rechazo es tratado como un objeto: me duele el rechazo en sí, descontextualizado, no el rechazo del otro, que pasa a ser un instrumento anecdótico; la cosa no tiene ya que ver con el otro y sí mucho conmigo. Narcisismo? Nah...)
A instancias del miedo al rechazo, de la educación recibida y un par de cosas más que ahora no recuerdo (cuac), los hombres sienten que tienen que caretearla, y en ese caretaje contínuo que suelen hacer en las relaciones (no diciendo lo que sienten, lo que les pasa de verdad) es cuando las posibilidades de algo que valga la pena se van al demonio. Las cosas que valen la pena nunca son careteables...o, como dijo Liniers en uno de sus lindos dibujos, cuando algo es lindo en serio no necesita marketing. Claro, que, como las estrellas que el dibujó, corre el riesgo de pasar desapercibido para todo aquel que no se detenga a observarlo. Saben qué es la belleza, al fin? Una cuestión de tiempo, en el amplio sentido de la palabra. Justamente de eso que hoy no tenemos...una lástima.

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